Las declaraciones del Presidente de la República Dominicana, Luis Abinader,
sobre las relaciones entre Estados Unidos y China, dejan claro su adhesión al
imperio norteamericano: “Si China quiere invertir en áreas no estratégicas
del Gobierno dominicano es bienvenida su inversión, pero la decisión del
Gobierno dominicano es tener una alianza estratégica con los Estados
Unidos”, refirió al Listín Diario el 31 de octubre 2020.
Estados Unidos viene imponiendo su política imperialista sobre los
gobernantes dominicanos desde el Siglo XIX. Durante todo este tiempo
nuestros gobernantes han cedido a la política de rapiña dirigida por el
imperio sobre los recursos naturales de la nación. La invasión yanqui, de
1916, sirvió para sustraer grandes extensiones de tierra en la región Este e
imponer el Central Romana Corporation y luego al tirano Rafael Leónidas
Trujillo Molina, por treinta y un años. Luego el autócrata Joaquín Balaguer, los gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano y los autócratas neoliberales Leonel Fernández y Danilo Medina.
En 1965, después de los dominicanos intentar reponer la democracia y su
Constitución del 1963, cercenadas por medio de un golpe de Estado, sufrimos
la segunda intervención del imperialismo norteamericano.
Luis Abinader entiende que defender la soberanía que juró ante la
Constitución el 16 de agosto de 2020, significa plegarse a la política
hegemónica del Norte, olvidando los propósitos de la Carta de la
Organización de las Naciones Unidas: respeto mutuo por la soberanía y la
integridad territorial, la no agresión, la no interferencia en los asuntos
internos de otros países, igualdad, beneficio mutuo, y la coexistencia pacífica.
Finalmente, todo país que quiera invertir en la República Dominicana debe
someterse a licitaciones, y luego ser refrendadas por el Congreso Nacional,
evitándose así el predominio de la autocracia que concentra todo su poder
de decisión en la figura del presidente, pudiendo este decidir la suerte del
país.
Estados Unidos es una nación virtualmente quebrada, pero sobre todos sus
intereses son contrarios a los nuestros por lo que sus inversiones no nos
conducirían por el camino del desarrollo sostenible al que debemos aspirar,
convirtiéndonos en una nación agroexportadora, capaz de suplir las
demandas de los mercados de la región y aprovechar, inclusive, la plaza
comercial que nos abre hoy la pujante economía china.
Comite Político del Partido Comunista Marxista-Leninista de República Dominicana